Luego de 4 meses de formación se llegó el día.
Los chicos estaban listos, bueno "casi" listos. Faltaban algunas preguntas por formular pero la actitud ya la tenían y las ganas también.
Desde el 3º módulo les asignamos un cargo y una responsabilidad en la producción. Cargo que cada uno asumió contento de saber que iba a aportar algo para construir juntos ese relato audiovisual del que tanto les hablamos.
Tanto en Puerto Claver como en La 18 se conformó el equipo con 2 directores, 2 productores, varios investigadores, un director de fotografía, un camarógrafo, un sonidista y varios asistentes de cámara y sonido. Y claro, varios detrás de cámaras de aqui para allá tomando fotos de todo lo que pasaba.
En Puerto Bélgica la cosa fue un poco distinta. Los chicos, los más pequeños de las 3 comunidades, andaban bastante ansiosos por probar esta experiencia fascinante de hacer audiovisual y por ser un grupo bastante numeroso decidimos hacer varios equipos de producción, fue así como por cada entrevistado había un director, un investigador, un productor, un cámarografo, sonidista y asistentes.
Los entrevistados, hombres y mujeres de cada comunidad, algunos abuelos, abuelas, papás o mamás de los chicos, se mostraron muy dispuestos a colaborar y a responder las preguntas que los investigadores habían preparado acerca de las tradiciones alimenticias.
Aunque el tema central de los 3 cortometrajes documentales resultantes fue la alimentación tradicional, cada uno lo exploró desde diferentes perspectivas: Los de Puerto Claver querían saber cómo habían llegado los primeros Senúes al corregimiento y cuáles de sus tradiciones alimentarias se conservaron luego del traslado.
Los de La 18 rastrearon el mito del Yacabó, un pájaro símbolo de creciente y muerte para los indígenas Senú, además narraron la preparación del "Moncholo" uno de los principales alimentos de la comunidad, y de la "Chicha de Masato", una bebida tradicional.
En Puerto Bélgica la alimentación se narró desde la tierra, desde la huerta casera demostrando que sembrar hace parte de la tradición indígena y que la tierra debe conservarse para sobrevivir como cultura y para obtener el sustento.
Fueron días intensos, uno por cada comunidad. Fuerte calor pero muchas energías, trabajo en equipo y muchos aprendizajes, pero sobretodo mucha satisfacción de contar a través de una cámara sus propias tradiciones alimentarias.
Luego de la agotadora jornada nos sentamos a pensar cómo iba a quedar aquello que habíamos grabado, fue así como entendieron el concepto de edición y organizaron, primero en papel, las secuencias del video. Ya los talleristas se encargaría de darle forma a los videos y dejarlos listos para poder mostrarlos en cada comunidad, y luego en Caucasia, donde los chicos tendrán la oportunidad de conocerse, ver el trabajo de los demás, y compartir experiencias.
Nuestros seguidores del blog podrán ver pronto los documentales y los detrás de cámaras en nuestro canal de videos en Vimeo.
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